10 febrero, 2013

OREJAS DE CARNAVAL

Llegan los carnavales y con él los dulces típicos de estas fiestas, en mi casa siempre preparamos frixuelos y casadielles, pero me apetecía un montón probar las orejas de carnaval, nunca las había hecho ni las había comido, así que cuando se las vi a Isabel no dudé en intentarlo.

El resultado es un dulce casero tradicional muy rico que duró un suspiro, buena señal.

Isabel tiene un blog fabuloso, muy cuidado, con unas fotografías guapísimas, unas presentaciones impecables y unas recetas muy interesantes y variadas, una cocina tradicional con un punto novedoso, y por supuesto con su toque personal, os gustará, seguro.

Aquí os dejo su receta.



INGREDIENTES:

30 ml. de leche
75 gr. de manteca o mantequilla
2 huevos
350 gr. de harina de repostería (yo necesité más harina que Isabel)
Ralladura de limón
1/2 sobre de levadura Royal
50 ml. de anís
2 pizcas de sal

PREPARACIÓN:

Derretimos la mantequilla, no hace falta que quede líquida, es suficiente con el punto de pomada.

En un bol ponemos todos los ingredientes (excepto la harina y la levadura) y con las varillas manuales lo batimos hasta que se mezcle todo bien. Después añadimos la levadura, batimos y por último la harina en varias tandas. Cuando tengamos una masa un poco firme, espolvoreamos la meseta de trabajo con harina y volcamos la masa. Lo amasamos bien unos 6-8 minutos hasta conseguir que quede fina.

La metemos en un bol (untado con mantequilla derretida), lo tapamos con un paño y lo dejamos reposar unas 3 horas, no sube, pero sí es necesario para que le levadura actúe.

Pasado este tiempo, sacamos la masa del bol. Untamos con aceite toda la meseta de trabajo. Cogemos porciones pequeñas de pasta, la estiramos hasta conseguir una masa muy fina, la cortamos a gusto, yo cuadradas y las vamos colocando en la meseta, hasta terminar con la pasta.

Ponemos aceite en una sartén. Cuando esté caliente, vamos friendo las orejas, el fuego tiene que estar bastante fuerte y freírlas hasta conseguir un buen color dorado, pero sin que estén demasiado tiempo en el fuego. Lo ideal es que una persona vaya haciendo las orejas (en este caso yo) y otra vaya friéndolas al tiempo (en este caso conté con la inestimable ayuda de mi hermana que se ofreció voluntaria para hacerlo, y con lo poco que me gusta a mí freír, la colaboración me vino de perlas).

Las vamos pasando a un plato cubierto con papel absorbente, una vez hayan secado un poco las pasamos para una fuente y las espolvoreamos con azúcar glass (esta tarea le tocó a mi madre, que también se ofreció voluntaria).




Mirad por dentro cómo quedan de huecas, eso hace que sea una masa muy crujiente, y que resulte imposible comer solo una.