05 mayo, 2013

ENSAIMADAS

¿Qué mejor que empezar el día con un buen desayunos? Estas ensaimadas son perfectas, suaves, ligeras y en su punto dulce, riquísimas.

Cuando las vi en el blog de Sara, no dudé un momento en guardar la receta, para mí era un lujo poder hacerlas en casa. A ella le quedaron geniales, porque además de ser de la tierra tiene unas manos de oro, pero sinceramente a mí me daba mucho respeto ponerme con esta masa, pero desde luego viendo el resultado no serán las últimas, y la próxima vez rellenas de crema, que son las favoritas en casa. 

Así que aquí os dejo la receta original.


INGREDIENTES:

Para la masa de arranque:
5 ml. de agua
5 gr. de levadura fresca de panadería
10 gr. de harina aproximadamente, utilizaremos lo justo para que no se nos pegue a las manos.

Resto de la masa:

340 gr. de harina de fuerza aproximadamente
55 gr. de azúcar
55 ml de agua
7.5 gr. de levadura fresca de panadería
2 huevos medianos
15 ml. de aceite de oliva
Manteca de cerdo

PREPARACIÓN:
Primero haremos la masa de arranque. En un bol mezclamos el agua con la levadura hasta que ésta se disuelva. Iremos añadiendo la harina para formar una bola. En un bol echamos agua (no debe estar muy fría), metemos la bola de masa y esperamos a que flote.

Mientras tanto vamos a preparar la otra masa. Mezclamos el agua con la levadura y removemos bien para que se disuelva. En un bol echamos la harina, la mezcla anterior, el azúcar y los huevos, lo amasamos con las manos dentro del mismo bol. Cuando esté todo bien mezclado añadimos la masa de arranque y seguimos amasando. Después iremos echando en varias tandas el aceite y seguimos amasando.

Lo dejamos reposar unos 15 minutos.

Y empezamos a darles forma. Para ello untaremos generosamente la meseta con aceite de oliva, y cuando digo generosa, es que tiene que quedar bien embardurnada. Cogemos porciones pequeñas (a mí me salieron 8 ensaimadas de un tamaño mediano) y con un rodillo las estiramos muy finitas, como os enseño en la foto.



Lo untamos bien con manteca de cerdo y enrollamos como si fuese un canutillo.


Las enrollamos en forma de caracola.



Las vamos colocando en la bandeja del horno que habremos cubierto con papel vegetal. Las dejamos levar hasta que doblen su volumen, dependerá de la temperatura de ambiente pero no menos de dos horas. Sara dice que en invierno se pueden dejar toda la noche y hornearlas al día siguiente.
Cuando veamos que casi están subidas encendemos el horno a 180º. Una vez caliente las salpicamos con agua muy fría. La metemos en el horno y las dejaremos cocer unos 10-12 minutos hasta que cojan un color doradito.

Las sacamos para una rejilla y pasados 5 minutos las espolvoreamos con abundante azúcar glass. Las dejamos enfriar por completo y listas.